De tanto en tanto, sueño con medusas enormes que flotan a mi alrededor, suspendidas con mucha elegancia por donde quiera que mire. No me generan temor alguno, por contrario, me hacen sentir muy a gusto. Todo sucede dentro de una caverna oceánica, tan estrecha como oscura, de paredes suaves color azul noche. Se, que no hay ni hubo otro ser humano en este lugar, donde el aire es helado y seco. Y si bien no hay sonido alguno, suena en mi mente una melodía generada por cien mil catedrales: una canción muy extraña que intimidaría a casi cualquier persona, pero verdaderamente no a mi. No ahí. Y aunque intento no pensarlo, la luz de las medusas es mi única separación con la oscuridad absoluta. Siento que hace siglos estoy ahi y, aunque quizás realmente exista una salida, no tengo la más remota intención de separarme de ellas y su luz, jamás.